© Ignacio Tarraga Rodriguez -
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Lince ibérico: una coexistencia imprescindible. El paisaje es naturaleza y cultura. La huella humana sobre el entorno es antiquísima, hasta el punto de que los denominados biomas primigenios o salvajes, bien pudieran ser una entelequia en nuestra emotiva y calenturienta imaginación de amantes de la vida silvestre. A pesar de ello, hubo un tiempo en el que la megafauna, o los grandes mamíferos, aquellos que en nuestro pasado paleolítico se convirtieron en mitológicos, en seres sagrados, no humanos, y a la vez reales -de carne y hueso-, llenaron el corazón de nuestros antepasados de temor, respeto y admiración. El denominado “progreso”, con la desorbitada y temeraria capacidad de nuestra tecnología para transformar el entorno en áreas cada vez más simplificadas e insulsas, parecía decirnos que no había lugar en nuestro mundo para aquellos que ya estaban aquí millones de años antes. Se introducía en ese planteamiento la imposibilidad de la coexistencia entre ellos y nosotros. Pero nuestra sensibilidad y nuestros argumentos nos obligan a defender la tesis contraria: no sólo es posible la convivencia, en nuestros tiempos, entre hombres y grandes mamíferos, sino que estos llenan nuestro entorno de equilibrio, ejemplifican la calidad en la conservación del paisaje, y llenan nuestros campos de singular y estremecedora belleza. Son emblemas de la defensa de nuestra biodiversidad, cimentando el principio de que no somos ni los reyes de lo que se llama creación, ni el pináculo de un proceso evolutivo que nos concedería el derecho a privar de la existencia a un patrimonio genético que tanto nos aporta: en lo ambiental y en la fascinación que implica el saber que está ahí.
[PDF] La hoja verde del lince ibérico - octubre 2017 (boletín informativo). http://www.iberlince.eu/images/docs/material_divulgativo/LaHojaVerde_Iberlince_Oct2017.pdf
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